martes, 23 de junio de 2015

Prevenir siempre es lo mejor

                      EL GOLPE DE CALOR

El verano es una época de vacaciones y diversión que en ocasiones puede hacernos bajar la guardia en cuanto a la atención que prestamos a nuestros perros. También son propias del verano las temperaturas altas, que pueden suponer un riesgo para su integridad física y bastante grave.

Como todos sabemos el organismo necesita conservar una temperatura constante para mantener el buen funcionamiento de todos sus órganos y para ello posee sus propios medios. No obstante existe el riesgo de que se produzca un aumento repentino de esta temperatura, debido principalmente a una temperatura exterior extremadamente alta.

Esta subida de temperatura corporal que el organismo no puede compensar recibe el nombre de “golpe de calor” y se produce a partir de los 42 grados. También se puede apreciar una respiración acelerada y un jadeo excesivo, así como vómitos y diarreas, síntomas que pueden derivar en tambaleos, convulsiones y pérdida de conciencia.

En casos extremos, esta incapacidad de recuperar la temperatura corporal normal (que en el perro es de unos 38.6 - 39.4 grados ) acaba produciendo un fallo multiorgánico.

Existen varios grupos en la población canina que son especialmente sensibles a sufrir un golpe de calor por un lado los muy jóvenes y los muy mayores, unos por inmadurez de su organismo y los otros por el debilitamiento de la edad. Por otro lado están los perros chatos, al tener dificultades respiratorias que reducen la capacidad de oxigenación de la sangre, así como los perros obesos.

Como lo mejor es prevenir, es primordial que el perro tenga en todo momento agua fresca, no hacer ejercicio muy intenso en las horas de mayor calor, y jamás dejarlo encerrado en un coche, aunque esté a la sombra.

Si a pesar de tener el mayor cuidado y el perro experimenta un golpe de calor:
1º Bajar la temperatura.
2º meter al perro en una bañera con agua a una temperatura que rondara los 20 grados.
3º Una vez recuperado del colapso visitar al veterinario.


jueves, 4 de junio de 2015

Leishmaniosis Canina (enfermedad del mosquito).

La Leishmaniosis canina es una enfermedad frequente en España.
Los flebotomos transmiten la Leishmaniosis, una enfermedad grave, incluso mortal para los perros
La leishmaniosis canina es una enfermedad parasitaria grave en el perro, causada por un parásito (protozoo microscópico) denominado Leishmania.
El primer síntoma clínico más habitual es la pérdida de pelo, sobre todo alrededor de los ojos, orejas y la nariz. Según la enfermedad va avanzando, el perro pierde peso aunque no pierde el apetito. Son habituales las heridas en la piel, especialmente en la cabeza y en las patas, en las áreas donde el perro está en contacto con el suelo al tumbarse o sentarse. Cuando el cuadro se vuelve crónico, este se complica observándose en muchos casos síntomas relacionados con insuficiencia renal.
En España las regiones más afectadas son las de Aragón, Cataluña, Madrid, Baleares, Levante, Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura, Castilla y León. Se observa en otras regiones pero con menos intensidad.
La enfermedad se transmite a través de un mosquito, llamado flebotomo. De ahí que, si hay mosquitos, hay riesgo de contagio. La temporada de peligro comienza con el calor, normalmente en mayo y finaliza en septiembre u octubre si se prolonga el verano. Durante el invierno los mosquitos permanecen en estado de larvas cuaternarias y son inofensivas. En las zonas más cálidas de España encontramos mosquitos prácticamente todo el año y por consecuencia el peligro existe todo el año.
La leishmaniosis causa la muerte en la mayoría de los perros afectados
La leishmaniosis es una enfermedad que causa la muerte a la mayoría de los perros afectados por ella y que no reciben tratamiento y vigilancia posterior.
Si tu perro no recibe protección alguna, el riesgo de contagio varia de un 3% a 18% según la zona. El riesgo siempre aumenta si su perro permanece en zonas más rurales y periurbanas, en regiones cálidas del país y si está fuera de casa al anochecer.
El período de incubación puede variar entre 3 meses y 18 meses. De forma excepcional, la enfermedad puede permanecer en latencia durante varios años. Algunos perros son resistentes y, aunque reciban picaduras de los flebotomos, nunca mostrarán síntomas de la enfermedad siempre y cuando estén correctamente alimentados y no estén sometidos a estrés. Esta resistencia, probablemente, está determinada genéticamente.
El perro enfermo requiere atención veterinaria el resto de su vida.
Básicamente se utilizan técnicas que nos permitan detectar el parásito (parasitológicas) o bien la respuesta defensiva del enfermo frente a éste. Cuando se tienen sospechas de que un animal padece leishmaniosis se utilizan varias pruebas al mismo tiempo a fin de asegurar el diagnóstico, entre ellas podemos citar la toma de muestras de la médula ósea o ganglio linfático a fin de visualizar el parásito, pruebas serológicas (IFI o ELISA) para controlar el grado de respuesta inmunitaria que el animal presenta y proteinograma.
El tratamiento de la Leishmaniosis canina es caro y de por vida.
Si observas los síntomas clínicos o sospechas que tu perro ha sido infestado, llévale a la clínica veterinaria para realizar una prueba serológica. El tratamiento será más exitoso si se inicia en las primeras fases de la enfermedad.
La leishmaniosis canina se puede tratar, pero no curar. El tratamiento solamente suprime los síntomas y no impedirá que tu perro tenga una recaída posterior.
Un tratamiento puede durar varias semanas, pero el parásito siempre permanecerá en el perro. Hasta el final de la vida del perro, periódicamente los síntomas pueden volver a aparecer y se tiene que repetir el tratamiento.
Cuanto antes se diagnostica la enfermedad mejor se puede controlar.
En Animalia puedes encontrar una amplia gama de productos adecuado para tu perro.
Siempre con el mejor asesoramiento que nos caracteriza y recuerda:

"La única protección para proteger a tu perro es la prevención"