martes, 23 de febrero de 2016

Así sufren los perros cuando estallan los petardos.

Explotar petardos en la vía pública, aparte de estar prohibido por casi todas las leyes locales, tiene efectos dañinos sobre los perros. Ansiedad, miedo descontrolado, taquicardia o en algunos casos, la muerte.
El miedo de las mascotas a los fuegos artificiales y a las tormentas está bien entendida por los usuarios. Y por varios estudios que muestran que casi la mitad de los animales sufren alguno de los efectos de una gamberrada que entre los humanos es molesta. Pero que entre las mascotas puede ser letal o conducir a algo parecido al "estrés postraumático".
 El comportamiento de los perros ante la explosión de petardos o fuegos artificiales es que los perros no tienen "la capacidad de racionalizar su ansiedad, y puede que sufran una forma más cruda e intensa de terror". Y eso los que tienen suerte de estar en las casas: la detonación de petardos cerca de un perro puede dañar su oído de forma irreversible.
¿A cuántos perros afecta?
No se conocen muy bien las razones de por qué algunos perros sí y otros no sufren con los petardos. Se barajan patrones adquiridos (los perros de caza, por ejemplo, se acostumbran a los ruidos fuertes por las detonaciones de las escopetas. Pero también puede estar relacionado con esa pérdida de oído que comentábamos). Un estudio de la Universidad de Bristol señalaba que aproximadamente la mitad de los perros urbanos sufren alguno de los síntomas relacionados con las explosiones de petardos.
Y sí, petardos en concreto. Un estudio más amplio de la Universidad de Oslo señalaba que los petardos y los fuegos artificiales son los principales causantes del terror, por delante de otros ruidos fuertes, los truenos de las tormentas y el ruido del tráfico. La ASPCA, la principal y más longeva asociación por los derechos de los animales de Estados Unidos, advierte de que los petardos y las tormentas provocan cerca del 20% de los casos de animales extraviados.
Varias asociaciones y el PACMA han vuelto a insistir sobre un problema que ni siquiera debería suceder y que provoca multitud de quejas en las redes sociales.
Salvo eventos culturales autorizados, como los fuegos artificiales de las ferias y fiestas locales, las fallas y demás celebraciones, el uso del petardo en la vía pública está prohibido en todas las ordenanzas municipales que hemos revisado
¿Qué puedo hacer si mi perro tiene miedo?
Aunque todavía no hay datos concluyentes, uno de los consejos más repetidos es mostrar calma y reconfortar al animal. Si el dueño se muestra estresado o nervioso por el comportamiento del perro, mal asunto. Peor aún si el perro está solo cuando suenan los petardos, porque el miedo suele estar ligado a otros trastornos de ansiedad y dependencia.
Reducir o camuflar el ruido (bajando las persianas o subiendo la tele o la música) son algunos de los trucos recomendados por los expertos. Así como buscar las zonas más tranquilas del hogar.
Fuera de nuestras fronteras, hay ayuntamientos que llegan más lejos con la solidaridad con las mascotas. La ciudad de Collechio (Italia) ha sido de las primeras en programar "fuegos artificiales silenciosos", con el mensaje municipal de que es posible disfrutar de la pirotecnia sin tener que provocar el pánico entre las mascotas de los demás.



lunes, 11 de enero de 2016

Alerta!!

LAS ALTAS TEMPERATURAS ADELANTAN LA PROCESIONARIA.
 










Se llaman orugas procesionarias del pino y es muy probable que alguna vez se las haya encontrado moviéndose por el suelo de un pinar en un camino en acompañamientos de decenas de ejemplares. Esa distracción natural no solo llama la atención de las personas; también de los perros. Los más curiosos pueden perder la vida en el intento de saber a qué saben los graciosos gusanos.
Las orugas siempre están ahí, pero en esta estación sorprendentemente (hablamos de un supuesto invierno) con el calor se cruzan con los humanos y sus mascotas. A comienzo de primavera (que es cuando suele ser y no en invierno), la subida de las temperaturas provoca el espontáneo enterramiento, que como hemos comentado se ha adelantado por el calor y las orugas, bajan de los nidos (esas bolas blancas en los pinos) y recorren el suelo en búsqueda de un lugar en el que enterrarse para hacer una crisálida (insecto) y romperla en julio ya convertidas en mariposa. Se mueven en línea en una procesión (de ahí su nombre) guiada por una hembra y en ese momento serían una presa facilísima para los depredadores si no fueran venenosas.
Ahí comienza el problema para los perros (o para cualquiera que las toque, incluidos los humanos). Las orugas están cubiertas de unos pelos urticantes con una toxina que resulta devastadora para las mascotas que ponen su hocico sobre ellas.
 Todo comienza con el perro rascándose la boca, como si quisiera arrancarse algo de la lengua con las garras y salivando profusamente. En ese momento, más vale correr a una clínica veterinaria. “Pueden llegar a morir”
La oruga produce varias lesiones en los perros. El cuadro tiene bastante que ver con un shock alérgico. Se inflama la lengua, la boca, el esófago y el estómago. Llegado un punto, el perro no puede respirar y fallece. En la mayor parte de los casos, no sucede porque interviene un veterinario, pero la lengua de los animales que haya chupado una oruga se necrosa. Algunos pierden casi todo el órgano.

La recomendación de los veterinarios es correr a una clínica en cuanto se perciban los síntomas, aunque antes puede lavar bien la boca con abundante agua para diluir el efecto de los pelos urticantes. Si el paseo es por el campo o está uno lejos de una clínica, los especialistas pueden recetar un medicamento en pastillas o en inyección que algunos dueños llevan encima en previsión de un accidente.