lunes, 11 de enero de 2016

Alerta!!

LAS ALTAS TEMPERATURAS ADELANTAN LA PROCESIONARIA.
 










Se llaman orugas procesionarias del pino y es muy probable que alguna vez se las haya encontrado moviéndose por el suelo de un pinar en un camino en acompañamientos de decenas de ejemplares. Esa distracción natural no solo llama la atención de las personas; también de los perros. Los más curiosos pueden perder la vida en el intento de saber a qué saben los graciosos gusanos.
Las orugas siempre están ahí, pero en esta estación sorprendentemente (hablamos de un supuesto invierno) con el calor se cruzan con los humanos y sus mascotas. A comienzo de primavera (que es cuando suele ser y no en invierno), la subida de las temperaturas provoca el espontáneo enterramiento, que como hemos comentado se ha adelantado por el calor y las orugas, bajan de los nidos (esas bolas blancas en los pinos) y recorren el suelo en búsqueda de un lugar en el que enterrarse para hacer una crisálida (insecto) y romperla en julio ya convertidas en mariposa. Se mueven en línea en una procesión (de ahí su nombre) guiada por una hembra y en ese momento serían una presa facilísima para los depredadores si no fueran venenosas.
Ahí comienza el problema para los perros (o para cualquiera que las toque, incluidos los humanos). Las orugas están cubiertas de unos pelos urticantes con una toxina que resulta devastadora para las mascotas que ponen su hocico sobre ellas.
 Todo comienza con el perro rascándose la boca, como si quisiera arrancarse algo de la lengua con las garras y salivando profusamente. En ese momento, más vale correr a una clínica veterinaria. “Pueden llegar a morir”
La oruga produce varias lesiones en los perros. El cuadro tiene bastante que ver con un shock alérgico. Se inflama la lengua, la boca, el esófago y el estómago. Llegado un punto, el perro no puede respirar y fallece. En la mayor parte de los casos, no sucede porque interviene un veterinario, pero la lengua de los animales que haya chupado una oruga se necrosa. Algunos pierden casi todo el órgano.

La recomendación de los veterinarios es correr a una clínica en cuanto se perciban los síntomas, aunque antes puede lavar bien la boca con abundante agua para diluir el efecto de los pelos urticantes. Si el paseo es por el campo o está uno lejos de una clínica, los especialistas pueden recetar un medicamento en pastillas o en inyección que algunos dueños llevan encima en previsión de un accidente.

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